No cabe duda de que el de ayer fue un día especial para la Coral Santa Cecilia. Muchos cambios  y novedades: nueva directora, despedida del anterior, nuevo escenario (con lo bien que suenan  los txistus, marimbas, bajo eléctrico, silbote, teclado y atabales y tambores en Sta. María), nuevas canciones, nuevo idioma (finés) y sobre todo y lo más preocupante, inquietud sobre el poteo previo que tanto ayuda a calmar nervios y animar los espíritus. 

Después del ensayo de las canciones comunes con nuestros compañeros los txistularis, y algo más despiertos (no mucho), empezamos de lleno con las vocalizaciones y entre “priiiiiii”-s y otras  onomatopeyas irreproducibles nos fuimos animando un poco, sobre todo al ver que a capella sonaba algo (por lo menos nos oíamos entre nosotros). 

La odisea de los hermanos Egizabal para recoger la tarta de Gorrotxategi, da para otro relato; de misterio esta vez. Baste con decir que, a pesar de ir en pareja como la GC y casi de la mano, acabamos en dos pastelerías distintas: yo discutiendo con la pastelera sobre cuántas tartas habíamos encargado, quién era yo para recogerlas, que yo no toco el txistu, que ya habían venido  a recogerla y no sé que más. Y Pedro en la pastelería de al lado mirando desconfiadamente al  tiramisú de escaso porte que le ofrecía la pastelera asegurando que ese era el encargo y que estaba pagado. Y cada uno pensando dónde se había metido el otro. En fin. 

Por lo menos el poteo previo estuvo bien. Allí nos fuimos al Danena por si se habían creído que este año se iban a librar de nosotros.  

Después vino el consabido streaptease en la capilla para ponernos todo guapos para cantar,  cada uno con sus pines y corbatas y tal, aunque no se sabe si con la emoción a alguien se le olvidó alguna prenda en el trasiego. O fue a la vuelta al vestirse de calle. 

El concierto, qué voy a contar, que cada uno se quede con sus sensaciones, a mí me pareció que hubo momentos chulos.  

Entre las cosas que no entendí están por qué salió el Sr. Gorrotxategi a entregar nuestra tarta a nuestro ex-director, por qué no se invitó a los ex-coralistas a subir (menos mal que andan bien de reflejos) o por qué al final no hablaron los homenajeados. En fin, pequeñeces que no enturbian el  acto. Los irrintzis de Ane, que todavía resuenan en nuestros oídos, nos hicieron olvidar estos  pequeños desajustes.

Fue después de los cánticos y txalos del bis del “Bapo-Bapo” y estábamos acabando de vestirnos de calle los más lentos cuando tuvo lugar uno de los momentos cumbres de la jornada. Imanol, ante la sorpresa de los presentes empezó a preguntar si alguien se había olvidado una braga en la capilla. Como suena. Y para que no hubiera dudas, enarbolaba en la mano algo que para un ojo menos avezado podría parecer una mascarilla negra usada (más quirúrgica que FFP2), pero que reultó ser una braga huérfana. Una primera y necesariamente breve inspección del hallazgo (por las prisas, por la escasa iluminación y porque el lugar no parecía muy apropiado), no aportó más luz sobre la talla, estado de uso, higiene y modelo del elemento en cuestión. Imanol, no satisfecho con las respuestas que estaba obteniendo, y sin pestañear, se guardó la braga en el bolsillo con la evidente intención de retomar el tema a lo largo de la jornada  (Por cierto, el martes hay que recordarle que tenemos hidrogel en la entrada al local). De hecho a medida que la misma avanzaba el hallazgo fue adquiriendo más y más protagonismo hasta el  momento culminante, bien documentado gráficamente, de su delicada y artística disposición en  los lavabos (para hombres) del Burunda. De donde desapareció en seguida, por cierto. Pero quedó testimonio gráfico.

El poteo pre-comida estuvo bien aunque algo acelerado. Resulta que habíamos reservado para la  hora del hamaiketako, y así, medio a la carrera, fuimos llegando al Kaskazuri. 

La comida, como no podía ser de otra manera, estuvo bien. El alcohol ayudó sin duda a animar el ambiente. Es cierto que en un momento dado el tesorero, que se había ido recuperando del malestar matutino, mostró evidentes signos de desaprobación y preocupación ante la orgía de pines de oro y plata que se fueron regalando sin ton ni son, pero me consta que ya le ha dado la  vuelta.

Nos dieron las tantas mientras repasábamos las historias de siempre de la coral, desde los  innumerables e importantísimos premios que se han ganado, personajes célebres (o “xelebres”),  anécdotas varias, actuaciones memorables, el viaje del bonito desde Torrevieja a Donosti, etc…  Menos mal que cuando ya estábamos llegando al tema de las gafas y el busto del fundador, Don Inocencio, nos echaron de allí. 

Una lástima que no pudiéramos cantar durante la comida o la sobremesa a causa del COVID. Seguro que Kepa lo echó de menos; este año se le veía animado. De cualquier forma, Koro se las apañó para hacernos cantar el Txoriak-Txori en la puerta. 

Para despedir el día (hasta donde yo sé), nos fuimos para el Burunda donde ya pasadas las emociones del día fuimos desgranando temas de más calado filosófico y social en alegre camaradería. 

Esta vez, y para variar, en vez de ranking del día, os planteo para terminar una serie de cuestiones  que quedaron sin responder durante el día de ayer: 

.- ¿Cuántos txistularis caben en Santa María? 

.- ¿Qué hacía el “marimbas” en la capilla mientras nos cambiábamos? 

.- ¿Tiene algo que ver con el misterio de las bragas? ¿Hemos preguntado al cura?

.- ¿Dónde van las “k”s en “And so it goes”? 

.- ¿Alguna aclaración sobre el Sr. Gorrotxategi entregando premios? 

.- El del tamboril junior, ¿era hijo? ¿Legítimo? 

.- Así como sobraron unas bragas, ¿ha podido faltar alguna mascarilla negra? Digo por si algun@ se equivocó en el trajín y con el “marimbas” al acecho se colocó lo que no es donde no se debiera. 

.- ¿Qué significa “gentza” en “beroien apaltasun ta gentza gozoak” del “Mendi-aldera”? .- ¿Cuánto dura una tarta de chocolate sin derretirse? 

En fin, esto es todo amigos, a ver si para el martes vamos teniendo algunas respuestas.